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Creer y comprender no son cosas opuestas. Cuando creemos sentimos la necesidad de dar razón de nuestra fe, es decir, de manifestar, por qué creemos. Entre mejor comprendamos los fundamentos de nuestra fe, más capaces seremos de vivir, celebrar y testimoniar aquello que creemos.
Rezamos en el Símbolo de los apóstoles todos los domingos y días de fiesta: “Creo en la Iglesia católica…”. En el Símbolo niceno-constantinopolitano, la fórmula es más extensa: “Creo… en la Iglesia una, santa católica y apostólica…”. Sin embargo, nosotros, los cristianos, no siempre estamos de acuerdo en este punto de nuestra fe. Hay muchas diferencias. La Iglesia de Cristo está dividida en confesiones. Cada grupo se denomina Iglesia. Entonces, ¿qué debemos comprender por Iglesia para considerarnos realmente discípulos y misioneros de Jesucristo?