Con cierta frecuencia las personas me piden que les sugiera algunas oraciones de liberación del demonio o de influencias malignas, de enfermedades y sufrimientos, que sean accesibles a todos, a sacerdotes y a laicos, sin necesidad de autorización alguna.
Primero que todo, quiero afirmar que, obviamente, los sacramentos y la palabra de Dios ciertamente son más eficaces que nuestras invocaciones personales.
Recordemos, además, que, cuando nos dirigimos al Señor, el requisito más importante y más solicitado por el Evangelio sigue siendo la fe.